Hace muy pocos días terminé de leerme el libro de Lorenzo Silva "Del Rif al Yebala"; en parte para preparar el viaje de este año, en parte también para que su palabra volviera a llevarme a aquellos lugares vividos que tanto suponen para mí. En el último capítulo, cuando la marcha es ya inevitable, escribe:
Ningún viaje es necesario ni sirve para mucho si no se siente al final el deseo y la convicción de que habrá que repetirlo algún día. (…) Ningún viaje es verdadero si no descubre una patria del alma a la que el alma quiera siempre retornar... Cuando el recuerdo de Marruecos nos reclame, como una droga, sufriremos el síndrome de abstinencia y nos dejaremos recaer. ¿Cuándo? ¿Cuántas veces? Que Alá lo decida.
Y el viaje vuelve una y otra vez. Ahora con Célline y su tormentosa "Viaje al final de la noche". Empieza así:
Viajar es muy útil, hace trabajar la imaginación.
El resto no son sino decepciones y fatigas.
Nuestro viaje es por entero imaginario.
A esto debe su fuerza.
Va de la vida a la muerte.
El jueves estoy solo con mi amada Lavigne y he sacado entradas para que me acompañe a ver la exposición de uno de los pintores cuya obra mayor emoción me causa: Edward Hopper. Siempre me impactó la desolación de sus mujeres, mirando quién sabe qué o tan solo el vacío. Habitaciones anónimas de casas, hoteles sombríos, cafés, con alguna maleta cerca... el viaje. Desasosiego: ¿Acaban de llegar o están a punto de partir, de abandonarse?... como dice Carlos Boyero: "¿Qué piensan, qué sienten, qué recuerdan? ¿Han amado, se han sentido amadas alguna vez? ¿Han conocido la pérdida, la traición o el abandono? ¿O solo están abrumadas por el fardo grisáceo que impone la vida? Seguro que tienen pasado, pero ¿existe para ellas el presente, poseen futuro?" ...
Hopper quien, en una ocasión, preguntado por un periodista sobre el porqué de su constante batalla, su permanente necesidad de pintar, respondió: "Para mí, lo más importante es tener la sensación de ir hacia adelante. Andar. Ya sabes cuánta belleza tienen las cosas cuando se viaja".
No sé qué me impulsa a escribir esto ahora. Quizás la necesidad de ir hacia adelante. Quizás la nostalgia de haber viajado. Quizás Hopper y el recuerdo de lo escrito no hace demasiado tiempo inmerso en la pasión de un amor que perdura: "Habitación de hotel. Es un cuadro de Edward Hopper. Un cuadro de viaje, de maletas apiladas a punto de ser abiertas o lista para trasladarse. Un cuadro de ruta y vida pues vida y viaje son lo mismo. La soledad de la mujer, aumentada en el desnudo, la tristeza de la luz tranquila que envuelve la escena, la partida, la llegada, el anonimato de una habitación (...) Fui al Thyssen a encontrarte en la habitación de ese hotel, a pensar si ibas a partir y si querrías compañía para ese viaje. Fui a verte leer escondido tras una de esas cortinas, confundido por la luz" .
No hay comentarios:
Publicar un comentario