Cuando pensamos en hacer el blog, la idea inicial
era la unidad. No del contenido. Imposible siendo quienes y cuántos somos (tres
pero parecemos más). Una manera especial de crear un vínculo. No estoy, pero
escribo y vosotros me leéis, o me sobrescribís, o comentáis, u os reís… y
viceversa. Permanecemos juntos.
Cuando escribes te compartes. Escribir para uno
mismo es de bobos. No es petulancia ni deseo de reconocimiento. Tu palabra, en
otros, ya no es tuya y suena diferente. Iba a decir que como cuando corres:
también ella toma distancia, aunque ahora eres tú quién la observa.
Palabra, viaje, destino… Cada cuento, cada
historia, cada poema, constituyen una etapa más, un paso intermedio que complementa
a otra etapa en el transcurso de ese viaje por esa (esas) carreteras y que sólo
tienen un destino: la vida.
Ellos escriben. Nadie les vigila. Ni siquiera tú,
lector. Eligen libremente qué poner, o cuándo hacerlo. Y a mí me gusta esa
libertad que este espacio les otorga. No hay normas, no hay corrección. Ni tan
siquiera cuando la escritura se comparte. Y lo mejor es que siendo un juego no
jugamos y además aprendemos… de nuevo a vivir.
Esto es una humilde confesión.
Yo no se escribir tan bien.
ResponderEliminarDe hecho me atrevo a confesar que casi no sé escribir.
Pero me gusta lo que aquí leo. Y me apetece que lo sepáis.
Esto es una humilde confesión. Anónima.
La vida también está hecha de humildes confesiones que nos engrandecen. Nosotros no sabemos montar en moto, por ejemplo... en realidad esto no es una humilde confesión sino un hecho constatable. Que nos leas y que te guste lo que hacemos nos enorgullece... siempre humildemente, claro; pero a los que aquí estamos (tú también estás) nos hace sonreir seguir jugando.
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